Cansancio

“Usted que sabe de números, y consta en más de una nómina, que ya es todo un energúmeno, con una posición sólida
¿No le gustaría ser capaz de renunciar a todas sus pertenencias, y ganar la libertad y el tiempo que pierde en defenderlas?”

Cuando era niña, me gustaba el ritmo y el juego de palabras de esta canción. La cantaba, me imaginaba algo así como a un moustro gordo y de corbata como protagonista, pero no entendía más que la palabra energúmeno (mi papá la usaba bastante cuando había cadena nacional en dictadura. ). Ahora sé que la palabra libertad no la podía comprender porque vivía en ella. No se conoce algo hasta que se conoce su opuesto.
Ahora, ya mayor, esta canción me da pena, a pesar de su ritmo y sarcasmo. Porque, aunque no de cuello y corbata, yo y la mayoría de todos los que me rodean, nos convertimos en ese energúmeno.
Todas las mañanas, cuando el sueño parece vencerme, y todas las noches, cuando siento que no he visto a mis hijas en todo el día y apenas tengo tiempo para darles un beso de buenas noches, pienso “¿de que vale esta vida si me estoy perdiendo estar con quienes son el objeto de todos mis sacrificios?”.
Y me acuerdo de esas vacaciones maravillosas en Chiloé, con lluvia y viento pero tranquilos. Aveces creo que necesito escapar de todo lo que significa el mantener una vida que no puedo ni siquiera disfrutar.

Quisiera:

Regalar todos mis adornos y quedarme solo con lo impresindible.
Quisiera.. dejar de pagar las cuentas y que me embargen la casa.
Y con el auto, que es nuestra única propiedad completamente pagada, irme con mi familia a algún pueblo perdido.
Vivir en una casa antigua y humilde. Y en la cocina hacer pan, kuchen, galletas para vivir.

Hacer clases de teatro a los niños del pueblo.

Ser una habitante más de un lugar perdido y auténtico.
Y que mi compañero trabaje con los pescadores, aunque no sea pescando, soñando un mundo mejor con ellos.
Tener a mis hijas en la escuela del pueblo y verlas crecer. No me importa que sean profesionales, prefiero que tengan la inocencia, la fortaleza y el tiempo para vivir de la gente de pueblo. Y para eso no necesitan universidad, solo una madre y un padre.
Quiero que ambicionen un mundo mejor, no más ropa o jugetes.
Quiero tener tiempo para caminar con ellas bajo la lluvia , para después secarnos y acostarnos a regalonear.
Quiero en verano tenderme de espalda en la playa a ver como cae la noche y que nadie me apure.
Quiero vivir feliz sin maquillajes y con mis canas, sonriéndole a la vida, amando con lentitud y sin apuros a mi compañero.
Quiero tener tiempo para hablar con él de cosas importantes, como el paisaje o los cisnes en el embarcadero.
Quiero encontrarme con él sin pensar en que hay que trabajar duro solo para conservar lo poco y nada que tenemos.
Y caminar de su mano, hasta que la muerte nos separe, sin prisas y sin cuentas pendientes
Y no ver televisión, sino los atardeceres, Y no tener joyas o ropa, sino una huerta , Y no escribir mi blog, sino mi historia.

Suena el teléfono, tengo un reunión.
Vuelta a la realidad.
Por lo menos aún tengo mi espiritú jóven para poder soñar.

Nota: Este texto está practicamente sin editar. Lo escribí la semana pasada un día en que el cansancio, la frustración y la falta de tiempo me tenian muy agobiada. Eso sí, a pesar de que ahora estoy más optimista, me sigue rondando esta idea.